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La capital estival de la Costa Dorada se llena de turistas de orígenes repartidos por toda Europa (Rusia, Reino Unido, Francia, Países Bajos…), además del habitual y tradicionalmente arraigado turismo familiar autóctono, con Zaragoza, Navarra y el País Vasco como principal base de procedencia en época de vacaciones, que algunos prolongan varios meses más.
Para el cada vez más numeroso turismo que busca deleitarse ante un buen plato y descubrir de paso la cocina autóctona, Salou despliega sus encantos culinarios. Estas siete referencias, que quienes viven allí tienen a mano el año entero, aseguran la felicidad del visitante que va de paso.
Todo un clásico de Salou situado en los bajos del hotel Blaumar, que mantiene su apuesta por una excelente cocina de carácter regional pero identificable, con el mediterráneo como base y el producto fresco, en buena medida de producción propia (pertenece al mismo grupo que el complejo oleoturístico La Boella) como fondo. Sus arroces, con especial predilección por el negro con sepia y almejas, bien valen una visita.
Una deliciosa y romántica terraza y una recogida sala acogen el considerado como uno de los mejores restaurantes de la provincia de Tarragona. Cocina creativa y siempre sorprendente, trato directo y personal, y algunas creaciones que elevan el concepto “Mar y Montaña” a cumbres difícilmente olvidables. Si no, que se lo digan a todos aquellos que han hecho de sus huevos rotos con bogavante una tradición en cada visita a la ciudad.
El grupo de los supermercados Michelangelo ha creado un espectacular lugar que combina una muy surtida vinoteca, con caldos procedentes de todo tipo de regiones y denominaciones de origen, y un gastrobar moderno, diáfano y acogedor donde disfrutarlos acompañados de menú o un tapeo en el que el pan de cristal con jamón o las croquetas de brandada de bacalao se convierten en perfecto complemento. Un excelente oasis en pleno centro de Salou.
No solo de supuestamente modernos templos culinarios debe vivir el gastrónomo. Y aquí tenemos como muestra este modesto restaurante hindú que pasaría inadvertido entre tanta propuesta de ínfulas exóticas que predomina en una ciudad como Salou, pero cuyas bondades han ido propagándose de boca en boca y de una a otra web de viajeros. Algunos aseguran que su seekh kebab, un tipo de broqueta de cordero, y sus onion bhaji son las mejores en muchos kilómetros a la redonda. Humilde y muy recomendable.
Mantiene la esencia del chiringuito de playa desde hace años, un lugar donde poder disfrutar desde un suculento tapeo hasta una mariscada, pasando por los irrenunciables arroces o su excelente pulpo a la brasa. Y su buena relación calidad/precio queda refrendada por la habitual cola numerada que se forma para conseguir mesa noche tras noche. No hay mejor reclamo de marketing…
Además de las cafeterías, piscinas y demás instalaciones exclusivas para socios, el Club Náutico de Salou dispone de un estupendo restaurante abierto al público, que destaca por su situación, con una fantástica terraza, sus vistas, su atención y una carta personal y atractiva, combinando la tradición, basada en el mejor producto fresco, con la creatividad. Y siendo capaces de conseguir que sus vieiras aliñadas con cítricos, mostaza y sopa de ajoblanco pasen al imaginario personal de cada uno.
En un entorno donde el Mediterráneo, la playa y el mar parecen dominarlo todo, este Mesón tradicional pero personal ofrece una alternativa centrada en la calidad del producto y en una relación con el precio excelente. No se pondrán objeciones al cochinillo asado en pleno mediterráneo, pero también se podrá disfrutar de un menú del día a un precio tan ajustado que su rabo de buey guisado al vino tinto del priorato se antoja perfecto. Normal que los comentarios digitales en las webs especializadas lo ensalcen año tras año.
Bonus Track:
Porque en verano (casi) todo está permitido y las semanas pueden tener el número de días que el turista desee, añadimos una noche más para no olvidar este excelente restaurante a pie de la pequeña y coqueta playa de Los Capellanes, que combina la situación del mejor chiringuito con la calidad de una cocina de altura. Y es que cenar unas supremas de lubina al vinagre de sidra casi sobre la misma arena es todo un placer.