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Si hay un símbolo en Canadá, con permiso de la hoja de su bandera y de la policía montada, ese es Tim Hortons. Y no hablamos de la leyenda local del hockey, sino de la cafetería que él mismo montó en 1964, y que hoy tiene la friolera de más de 4.000 locales. Si has estado en Canadá, sabrás de lo que hablamos. Y, ¿por qué te contamos esto? Pues porque acaba de aterrizar en España. "Es el segundo lugar de Europa al que hemos llegado, después de Escocia", asegura su director general, Sebastián Martínez.
El primer local abrió en la Plaza de Santo Domingo, junto a Callao (ya hay tres más en Madrid), y para que te hagas una idea, tiene un estilo muy a la americana, con su expositor de dulces, sus vasos XXL de café para llevar y un mostrador para pedir que, por cierto, a la hora de la merienda está que arde. Aparte de cafetera expreso, tienen otra de filtro con las típicas jarras. Preparan cappuccino, latte, frappé y otros cafés más golosos, como el mocca, el de vainilla… Hay un montón. Para comer, la cosa va de sándwiches, tostadas o donuts que hornean allí. Ah, y con los propios agujeritos de los donuts, glaseados o rellenos, todo un must de la casa.
Lo de este clásico de la restauración madrileña es la cocina de Norteamérica, que ofrece en un elegante entorno –con ventanales al Retiro y libre de tópicos made in America– y de una manera particular. "Hacemos recetas españolas con producto traído de Estados Unidos y de Canadá, y viceversa, como la hamburguesa de rabo de toro o las natillas con sirope de arce", explica su dueño, Fernando Legido.
Allí siempre tendrás opciones canadienses, tanto de carne como de pescado. Uno de sus platos estrella son las vieiras de allí que preparan al cava, como también lo es el bocadillo de bogavante o el salmón salvaje, si bien estos se suelen encontrar como sugerencia fuera de carta.
"Con la idea de seguir haciendo cosas nuevas después de más de 30 años abiertos, a veces organizamos degustaciones de cerveza de aquel país o jornadas gastronómicas", cuenta. Precisamente, del 29 de enero al 4 de febrero, van a tener un menú degustación de Bisonte Americano del Canadá, con varios platos elaborados con él. Entre ellos, tartar y consomé, albóndigas al bourbon o hamburguesa a la parrilla (35 €). Solo añadiremos que gente de la embajada se deja caer por allí de vez en cuando…
Con un nombre tan explícito, no hay duda de por dónde van los tiros en este restaurante cercano a la Glorieta de Bilbao. "Quisimos jugar con la estética y la gastronomía de Canadá, aunque no en plan puristas, es decir, nos inspiramos en su cocina, pero también en las influencias que tiene un país tan cosmopolita como aquel", afirma Javier Oyarzábal, uno de los socios de este nuevo proyecto del grupo Bar Galleta.
Así pues, junto a platos de otras latitudes, en su carta vemos recetas typical Canadian, como el tourtier, un pastel de carne de ternera especiada; el tradicional poutin, que es un plato de patatas fritas con beicon y salsa de carne –muy rico, pero mejor para compartir, haznos caso–; o el popular postre nanaimo bar.
"Cuando teníamos en mente el proyecto, nos apetecía incluir también algo de hamburguesas, pero con un punto distinto", expresa Javier. Y, por eso, tienen un buen surtido de burgers con recurrentes nombres, como Ontario, Vancouver o Quebec, y a las que añaden algunos productos con reminiscencias de allá, como la mayonesa de arce. Por cierto, el espacio, un poco al estilo de acogedora cabaña de las montañas pero chic, es de lo más resultón.
Aunque no tiene temática canadiense, no nos resistimos a incluir aquí una interesantísima muestra de fotografía, cuya autora, Nathalie Daoust, sí procede, sin embargo, del país norteamericano. ¿Aceptamos barco? La fotógrafa de Montreal firma Korean Dreams, una exposición con la que habla de distintos aspectos de la vida en Corea del Norte. Al margen del escalofrío que te recorre el cuerpo con lo que cuentan las imágenes, llama la atención la técnica, con la que ha oscurecido y envejecido las fotos, y borrado o desenfocado elementos. Con ello, según relata, trata de crear un paralelismo con la información y la situación allí.
"La fotografía está tan manipulada como los norcoreanos retratados", explica Daoust, quien tuvo que servirse de un disparador oculto en su cámara para tomar algunas de estas instantáneas.