Actualizado: 08/04/2019
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La barra fresca, ácida y picante de Bérgamo y Correa
Juanlu Fernández pone su acento gaditano al recetario clásico francés en el restaurante 'Lú, Cocina y Alma'. En su cocina, tan pronto se inventa una salsa Bonne Femme con papas y chocos, como un potage ibérico, un atún de almadraba con salsa tártara o una Grand Veneur con jereces. La sorpresa está en el plato.
Aunque nació en Jerez, Juanlu Fernández es un afrancesado confeso, tanto que basa todo el menú de su restaurante 'Lú, Cocina y Alma' en las recetas clásicas del país galo. Eso sí, dándoles una vuelta de tuerca, metiéndoles el duende jerezano e impregnándolas de su ADN andaluz. Su hilo conductor son las salsas francesas de larga cocción, con las que juega cambiando ingredientes, como la mantequilla por la manteca colorá, el vino francés por olorosos y amontillados o los fondos de carne por la berza jerezana.
"Siempre aportamos a las recetas francesas nuestra propia perspectiva. Una forma de hacerlo es creando salsas nuevas. Es la vanguardia de retaguardia", cuenta el cocinero, cuyo proyecto, con apenas año y medio de vida, ya presume de 1 Sol Guía Repsol y 1 estrella Michelin.
Esta fusión francesa y andaluza se presenta en tres menús diferentes (Le Petit Voyage, Universo Lú y Vive La France) y y se despliega desde los aperitivos hasta los postres. El menú comienza con un Pâté en crôute elaborado en casa con vinos de la tierra y al que Juanlu añade encurtidos de pepinillo, hinojo y cebolla; una navaja en salsa Grenobloise fría y una cuchara de pulpo donde introduce un guiño latino con el jalapeño. "Hacemos una cocina sin fronteras y vamos allá donde esté el mejor producto", puntualiza el jerezano, que, con tan solo 13 años decidió dejar los estudios para trabajar como repostero.
Tras cinco años cocinando junto a Martín Berasategui (3 Soles Guía Repsol), Juanlu regresó a su tierra para ser jefe de cocina en 'Aponiente' (3 Soles Repsol), al lado de Ángel León, con el que estuvo una década. "En 2017 dejé el proyecto. Necesitaba expresar mi cocina y mi alma, más alejada del discurso del mar de Ángel y más cercana a la grande cuisine français, a la de grandes genios como Escoffier o Carême", revela el chef, que cruza a menudo al otro lado de los Pirineos para visitar nuevos bistrós y empaparse de lo último que se cuece en Francia. De allí se trae productos como la delicada mantequilla de Normandía, que sirve en quenelle con un pan blanco de masa madre que le prepara su amigo Daniel Ramos, de 'La Cremita', en Chiclana.
Todos los platos se preparan en una cocina vista en el centro en la que trabajan 16 personas y desde donde el segoviano Héctor Sanz, jefe de cocina, controla que todo vaya a su ritmo. "La única forma de estar en los fogones y en la sala al mismo tiempo era integrando todo en el concepto Chefs Table", asegura Juanlu, mientras emplata un mollete al vapor de atún de almadraba relleno esta temporada de mahonesa de kimchi –antes fue de salsa tártara–, con encurtido de remolacha por encima.
En la carta de vinos se da protagonismo sobre todo al Jerez, aunque entre sus 250 referencias también hay espacio para los vinos franceses y de otras zonas de España. Mamen Castelló es la sumiller (o camarera de vinos, como ella se autodefine) y entre sus últimas adquisiciones para la bodega está un palo cortado de Barbadillo con cien años.
El siguiente pase es uno de los preferidos del jerezano: los espárragos blancos de Navarra con mayonesa de ostras de la Bretaña francesa, brotes y un poco de quinoa suflada para darle una textura crujiente. También confiesa volverse loco con platos como las láminas de presa ibérica con suero de cebolletas frescas, trufa blanca de temporada y boletus pinicola, a la que le dan un toque gaditano con una emulsión de queso payoyo y aceite de perejil; las alcachofas en Salsa Colbert de Berza, donde sustituyen el fondo de ternera por berza jerezana; o la yema de huevo curada, con panceta adobada y potage ibérico.
"El potage es una especie de sopa cremosa, un caldo al que se le da textura por medio de lácteos. Nosotros la elaboramos con la parte blanca del jamón ibérico y un guiso de patata, mantequilla y nata. Es una cocina de fuego lento, como un puchero rancio", detalla Juanlu, a quien le gusta reivindicar esa cocina lenta, sin prisas, de cocciones perfectas donde se respeta el producto y la temporalidad. Al potage le acompaña una yema de huevo de campo "curada primero en sal durante unos 15-18 minutos y luego congelada en aceite durante 24-48 horas".
Con la Canette de Bresse en salsa Perigueux, el cocinero rescata un plato galo muy clásico servido con un fondo elaborado con las carcasas del pato que le trae Higinio Gómez desde Madrid, trufa negra, foie y mantequilla. Le acompaña un tortellini relleno de parfait de sus interiores con foie y un rulo hecho con los muslitos deshuesados y cocinado al carbón. En el centro del plato se coloca el magret de pato. La chispa andaluza se lo dan los amontillados y olorosos que sustituyen a los vinos de Madeira en la salsa principal. Lo mismo ocurre en la Grand Veneur que sirven con el conejo a la royale cocinado al vacío.
Como buen gaditano, Juanlu no se resiste a poner un buen pescado sobre la mesa. De la Bahía de Cádiz trae todos los peces de escama, como las sardinas en escabeche que propone con unos guisantes del Maresme, o la caballa, cuyo lomo alto y ventresca sirven confitadas en mantequilla con salsa bearnesa de puchero.
"Hacemos salsa bearnesa tradicional con vinagre de estragón y la aligeramos con un caldo de puchero rancio muy reducido para dar matices de estos sabores tan jerezanos", detalla el chef. Tampoco renuncia a viajar a Galicia, de donde trae el marisco fresco, o a Huelva, en busca de sus preciadas gambas blancas que después fusionan en una quenelle lyonesa con salsa nantua, donde se incorpora la manteca colorá en la bechamel en lugar de la mantequilla.
En el apartado dulce, Juanlu propone desde una tarta al whisky hecha con brandy de Jerez, a unas fresas con chantilly y pimienta negra; o una leche fresca con avellanas en la que el fruto seco se presenta en cinco texturas diferentes: cremoso, caramelizado, helado de leche cruda infusionado en avellana, chocolate y crumble.
Los petit fours que tanta fama tienen en la repostería gala tampoco faltan en el momento del café: bombón de amaretto y almendra, macaron de azahar y lemon pie. Bon Apettit!