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A pie de mar desde 1984, son ya cuarenta años de este chiringuito de Oliva, considerado por numerosas páginas webs y ranking turísticos como uno de los 10 mejores chiringuitos de toda España. Tomar un mojito a pie de playa o tumbado en una hamaca bajo la sombrilla, comer una paella con el sonido del mar como acompañante, cenar unas hamburguesas o disfrutar de puestas de sol increíbles es posible de julio a septiembre todos los días, en primera línea y custodiados por dos Moais -estructuras monolíticas talladas por los antiguos rapanui de la isla de Pascua- mientras la cálida brisa valenciana impulsa las velas de kitesurf.
El entorno es impresionante. El ‘Oli Ba Ba’ se encuentra en la Playa de las Devesas, la más al sur del pueblo frontera entre Valencia y Alicante. Oliva cuenta con 10 km de arena fina y algunos tramos, como este de las Devesas, con dunas, naturaleza, belleza y calidad inigualables. Sentados en la orilla del mar podemos abarcar con la mirada toda la Costa del Azahar desde Sagunto hasta el Peñón de Ifach.
Ni Oliva ni el ‘Oli Ba Ba’ se encuentran de camino a otra parte, hay que ir y hay que ir con calma. Es uno de esos lugares un pelín escondidos que dan tanto placer descubrir.
Miguel Ángel García, Mike, fue el fundador de este pequeño paraíso en la costa mediterránea y aunque ya vendió el negocio, sigue vinculado al ‘Oli Ba Ba’ llevando las redes sociales y el márquetin. “Estábamos buscando un sitio en la costa de Valencia para montar un chiringuito, y encontramos la playa de Oliva, donde no había absolutamente nada, era totalmente virgen, desértica, que nos encantó. Y aunque nos dijeron que allí no iría nadie, porque realmente era un sitio remoto y Oliva siempre ha sido poco turística, nosotros pensamos que no, que aquello era un buen lugar. Lo abrimos y desde el primer día fue un rotundo éxito”, nos cuenta Mike con cierta nostalgia de aquella época de música en directo, cuando les pillaba el amanecer pinchando música y bailando entre las dunas.
Comenzaron hace cuarenta años en otra playa de Oliva, la de Aigüa Blanca, como un chiringuito muy humilde donde ir a escuchar buena música y tomar copas, que evolucionó en los 90 a una época muy potente de conciertos y fiestas con djs. “Y llegó la Ley de Costas y bueno, el mundo cambia”, nos explica Mike. “Se empezaron a recuperar todas las dunas, y nos tuvimos que cambiar de sitio. Entonces ya no tenía sentido seguir con ese tipo de fiestas y fue cuando cambiamos nuestra propuesta y a partir del año 2002 nos transformamos en beach club. Empezamos a dar servicio de comidas y cenas, dejamos de hacer las fiestas y apostamos por un ambiente más familiar y tranquilo”.
Se nota que el chiringuito ha madurado buscando la excelencia, como han madurado los clientes, porque aparte de los extranjeros y los turistas de temporada, el ‘Oli Ba Ba’ tiene una clientela fiel que ha ido creciendo con el chiringuito. Clientes que igual antes iban a las fiestas y ahora van con los niños. “Nosotros presumimos de la cantidad de gente que nos cuenta que son marido y mujer o que han tenido hijos y se conocieron en el chiringuito" nos dice Mike con orgullo. “Tenemos una clientela muy fiel de hace muchísimos años, gente que viene de vacaciones a Oliva solamente por el chiringuito, porque saben que tienen un sitio donde estar cómodamente en la playa y disfrutar del verano. Y como está en una ubicación un poco apartada de todo, eso le da un cierto encanto, porque no está en un sitio masificado como puede ser Gandía o Cullera, sino que está en un entorno más virgen”.
El estar en un entorno privilegiado también conlleva una responsabilidad. “Nosotros siempre, desde el principio, nos hemos preocupado muchísimo por no afectar en nada al medio ambiente y por cumplir toda la normativa” afirma Mike con rotundidad. “Cuando desmontamos el chiringuito al acabar la temporada, si pasas por allí no hay forma de identificar dónde estábamos, porque recuperamos la duna”. El esfuerzo por ser lo más sostenible posible y acarrear el menor impacto ambiental se vio recompensado con el premio de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que reconocía a aquellos locales del litoral que mejor trabajan para adaptar su actividad al cuidado del entorno.
Entre chapuzones y lecturas de la novela veraniega llega la hora de la comida. Si has sido previsor habrás encargado una paella, arroz del senyoret o fideuà. También hay otros arroces exquisitos como la paella de bacalao y cebolla, la de garbanzos y col con costillitas, la paella de la abuela (con morcilla y napicol), el arroz negro o a la paella con langosta. Eso sí, los arroces siempre por encargo, ya que no los hacen en el chiringuito (justamente por ese especial cuidado medioambiental y los 20 m2 con los que la Ley de Costas limita el espacio del chiringuito), sino en un obrador cercano que cumple con todas las garantías sanitarias y de trazabilidad. Lo traen envuelto con mimo y en furgoneta, sin tiempo ni a que se enfrié ni a que se emplaste. “Son paellas hechas artesanalmente, ni precocinadas ni recalentadas- ojo- solo que las traemos de fuera porque el chiringuito es pequeño”, nos aclara Mike.
Si no has reservado una paella o el arroz no es lo tuyo, hay otras opciones bien fresquitas y sabrosas: el gazpacho, los mejillones, las tablas de salazones, el ceviche de corvina, el tartar de atún o salmón, la ensaladilla de la abuela, el tataki de atún, el pulpo con parmentier de patata o el carpaccio de ternera Angus. La carta es muy extensa con bocadillos, hamburguesas, crepes, pastas, ensaladas, platos de carne y de pescado y también opciones sin gluten y veggis. Una open kitchen desde la apertura a las 10 de la mañana hasta el cierre a las tres de la madrugada. Estás de vacaciones, así que puedes comer cuando te lo pida el cuerpo. También puedes pedir fruta fresca, helados y, como no, cócteles.
Raúl es el coctelero que ese día está tras la barra y nos cuenta, mientras agita la coctelera, que el mojito es el más vendido y su favorito la caipiroska de fuego, con toque picante. La carta de cócteles es muy extensa, con y sin alcohol. Mike nos explica que tardaron un poco en hacerla, “porque la filosofía que tenemos en el chiringuito siempre ha sido ofrecer productos de primerísima calidad, por eso queríamos tener cócteles recién hechos, no de esos que vienen ya con polvos o en botellas ya preparados. Nuestros cócteles son con frutas frescas, que compramos a diario y se preparan individualmente, uno por uno, todos los días, con las batidoras, los zumos y las frutas".
"Tenemos los tradicionales, como son el mojito, la margarita, una sangría muy rica con champán, etc. Pero yo creo que ahora mismo casi vendemos más los cócteles sin alcohol, porque como tenemos un turismo mucho más familiar triunfan los mojitos sin alcohol de frutas. A veces tenemos hasta tres personas solamente haciendo cócteles”, añade. Destacar también la exquisita selección musical del chiringuito, aunque ya no hay djs ni música en directo, Mike se sigue encargando de que suenen ritmos relajantes y embriagadores en streaming, ritmos de afrobeat, bossa nova, etc. Una selección musical que es una de las señas de identidad del chiringuito.
Conforme va avanzando la tarde se van vaciando las tumbonas, los bikinis dan paso a los pareos, cae el sol y el espectáculo del atardecer en las dunas nos deja con la boca abierta. Los Moais se iluminan y el ambiente del chiringuito se transforma. Las mesas para cenar son muy codiciadas, hay que reservar, pero siempre es posible tomarnos un cóctel sentados en la arena, con las luces de Denia brillando a lo lejos y escuchando el suave rumor del mar.
OLI BA BA - Carrer de Roderic de Osona, s/n. Oliva (Valencia). Tel: 647 470 097