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La historia de Pedraza (Segovia, 100 habitantes) escribió un triste renglón en 2015 cuando cerró la ‘Taberna de Mariano’. El adiós de este icónico establecimiento, una legendaria tasca testigo de la evolución del municipio desde hacía dos siglos, dejó una herida abierta en la bonita plaza Mayor del pueblo, un vacío que tardó seis años en llenarse pese a las reticencias iniciales del vecindario.
La responsable de rehabilitar ese viejo bar y la vivienda de sus propietarios, en el piso superior de la casona, se llama Samantha Vallejo-Nágera y se apellida ilusión, el principal ingrediente que la cocinera y presentadora de televisión ha utilizado para crear la ‘Casa Taberna’. Se trata de un doble negocio: un restaurante que mezcla tradición y platos cuidados ocupa la planta baja; y cinco habitaciones de máxima calidad, espacio y detalles mimados aguardan, arriba, al visitante que decida alojarse y disfrutar del descanso más cuidado.
Las recias escaleras de piedra que conducen hacia el hotel vaticinan que el cliente se va a encontrar con elementos clásicos, pues no en vano está hospedándose en una pequeña villa con cientos de años de legado, pero con la esencia moderna de quien ha pulido cada detalle. La propia Vallejo-Nágera guía por las estancias mientras explica el porqué de sus decisiones.
Una de las claves del hotel es que, aunque estén todas las salas ocupadas, sería muy extraño que el ruido de alguno de los inquilinos perturbe a las demás personas, pues los anchísimos muros y la distancia entre ellas fomentan la paz y tranquilidad. “Hemos respetado el estilo clásico y añadido una estética cuidada para la relajación del huésped”, explica la impulsora del proyecto mientras señala los cuadros que adornan las paredes, los delicados cojines que se posan sobre cómodos sofás o las acogedoras camas, que piden a gritos hacer una parada en ellas para reposar la jornada. Las sábanas son de hilo fino y de insultante suavidad, una decisión que ya agradecen los turistas que, tal y como relata Samantha, descolgaron el teléfono nada más saber las características de esa ‘Casa Taberna’ que ha renovado el centro de Pedraza.
La casona castellana del siglo XVII ha sido restaurada de tal forma que mantiene elementos tradicionales, incluso necesarios, de los alojamientos históricos. Las mesas de recia madera, icónicas del lugar en el que se hayan, están acompañadas de sillas con asiento de mimbre, de toda la vida, un requisito indispensable para Vallejo-Nágera: “No voy a poner cojines de plástico o espuma ahí, sería un crimen y rompería con todo el estilo”.
Las vistas que se aprecian desde sus bonitas ventanas muestran la plaza Mayor, con la piedra de sus suelos y la madera de los soportales, mientras que de fondo reina la poderosa sierra de Guadarrama y la inmensa vegetación que la puebla. El calor veraniego no impide mirar a las chimeneas y desear en silencio, por si hay alguna persona friolera en las proximidades, que llegue el invierno y la nieve para atrincherarse en los sofás, encender la lumbre y leer al abrigo del fuego algunos de los libros dispuestos en las mesas de los salones de cada habitación.
El inquilino de las salas tiene en los cuartos de baño una invitación al descanso por medio de unas bañeras clásicas y unos grifos que resulta imposible no mirar para alabar sus acabados. Triunfa la luz en los amplios ventanales, cubiertos por unas cortinas suaves y mullidas que conforman una atmósfera propicia para bajar pulsaciones. Si entra el apetito, basta con bajar las escaleras hacia la taberna y el restaurante, donde los manjares de la tierra y la cocina novedosa se abrazan para deleitar el paladar.
El restaurante que coordinan Samantha Vallejo-Nágera y su marido, Pedro Aznar Escudero, enólogo y director comercial de Bodegas Marqués de Riscal, evidencia también la apuesta por la modernidad con el respeto a las raíces de Pedraza. Una pared nueva, con un elegante espejo, se enfrenta a un viejo muro del establecimiento original, con grietas y adornos con ramas, aún conservando marcas hechas con lapicero hace décadas.
La jueza en Masterchef admite que al principio temía abrir el negocio y sustituir la ‘Taberna de Mariano’ por temor a “crear competencia y fastidiar” a los demás hosteleros, pero tras pensarlo con su pareja optó por variar la carta para no dañar, sino complementar la oferta de la villa segoviana. “Queríamos hacer algo que nos divirtiera”, anuncia entre foto y foto con la clientela, a la que pregunta religiosamente qué tal la comida y cómo ha sido su experiencia.
El plato típico de esta parte de Segovia es el cordero o el lechazo, seguidos por el cochinillo, así que el matrimonio se decantó por otra sabrosa alternativa. El producto más reclamado es la chuleta, una magnífica chuleta de ternera cuya preparación en la brasa se puede disfrutar desde la propia taberna. La carne va cogiendo color y conserva a su vez una deliciosa suavidad que se derrite en la boca al hincar el diente. Una recomendación en este restaurante es solicitar el menú Samantha, que incluye varios platos especialidad de la casa, que transitan desde la verdura hasta las anchoas, el pollo o la oreja de cerdo, todos con un toque rompedor e innovador.
Todos los platos son regados con buenos vinos, claro, con Ribera como talismán para maridar la comida. “La gente se va muy contenta e intentamos que los productos sean de cercanía”, celebra Samantha, que presume de unos monumentales puerros que contrastan con las típicas comandas que se piden en un restaurante donde triunfa la carne.
“Esto no es el negocio por el negocio, queremos disfrutar y jubilarnos aquí”, explica la cocinera, que reconoce que el programa de televisión atrae a mucha gente a la ‘Casa Taberna’, al igual que el impulso que brindan las redes sociales. La vinculación de Samantha Vallejo-Nágera con Pedraza, pues pasó varias etapas de su infancia en el pueblo, se nota hasta al elegir pan. Las apetitosas y gruesas hogazas vienen de un obrador ubicado un par de calles más allá, cuyo horno genera un aroma que se combina con los fogones de los restaurantes de Pedraza para crear un entorno de obligada visita para pasear, comer, descansar y, sobre todo, relajarse.