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Es uno de los place to be de este verano. El 'Jardín de Diana', convertido en un apetecible beach club en las alturas, propone unas tardes estivales a las que será difícil resistirse. Situado en la décima planta del hotel Hyatt Centric, sus vistas entre cúpulas forma un escenario mágico para hacerte esa foto con la que quieres presumir en tus redes sociales. Puedes elegir entre salir con la escultura del Ave Fénix y Endimión a su lomo -justo en frente- o con Diana La Cazadora, lanzando flechas con sus cinco perros dorados.
Con una propuesta gastronómica informal y pensada para compartir, sus hits se mueven entre los langostinos crujientes con totopos de maíz, guacamole y pico de gallo; la gamba blanca con crema de almendras, aceite verde y tomate; el tartar de atún con aderezo nikkei, tostón de plátano macho y aguacate; o el pulpo al grill con mango, berros y tomates cherrys confitados. Para continuar con el tardeo, sus cócteles de autor prometen tragos sorprendentes. Lo mejor: dejarse llevar por lo que te proponga la bartender Laura Souffront.
Es una de las terrazas más glamurosas de Madrid. Hablamos del hotel CR7 y su azotea, situada en un antiguo edificio de 1920 en el número 29 de la Gran Vía. Un lujoso alojamiento con la firma de Cristiano Ronaldo que deja múltiples guiños al mundo deportivo en sus estancias, espacios y restaurantes. Te guste o no el fútbol, la visita a su azotea en la planta décima es imprescindible. Prepara tu móvil, porque sus vistas sobre Madrid son lo primero que te dejarán sin habla.
Varios espacios con mesas, tumbonas y sofás se reparten en diferentes alturas, todos conectados para ofrecerte una panorámica de la ciudad de 360 grados. Sólo tienes que girar sobre tí mismo para tener Madrid a tus pies: por un lado, los monumentales edificios de la Gran Vía, con la imponente sede de Telefónica como protagonista, cuya iluminación al caer la noche ofrece una de las estampas más bonitas de la jornada; o la escultura alada sobre la cúpula del Edificio Sociedad Madrid-París, brillando entre la oscuridad. Por otro lado, el Madrid de los Austrias, con sus tejados y chapiteles de pizarra, que te ayudarán a trazar en el mapa los sitios más emblemáticos de la capital, como la Plaza Mayor o la Puerta del Sol. Dos caras de Madrid muy diferentes en un par de vistazos.
Dos reservados, una piscina y un bar completan este espacio que ofrece una interesante carta de cócteles artesanos, cervezas y combinados. Para picar, el chef Borja Veguillas elabora una carta breve e informal, muy pensada para picotear y compartir entre amigos. Destacan sus croquetas -de carabineros o chorizo picante-; el guacamole fresco con dúo de totopos fritos en el momento; la cecina de León; el sandwich mixto de pavo trufado, con pan de masa madre de 'La Miguiña', paté de tartufo, queso abarte, pechuga de pavo braseada; y humus tradicinal de garbanzo lechoso con pan de pita horneado.
Si alguién se queda con hambre, en la novena planta del hotel hay dos espacios gastronómicos más con conceptos muy diferentes: un restaurante italiano donde puedes probar sus pizzas hechas en horno de piedra en una de sus dos terrazas -una se asoma a la Gran Vía y la otra a la calle Salud-; y el Sport Bar, una cocina más casual, con vistas a la calle Chinchilla, y cuyos platos comparten un poco la esencia de lo que se puede probar en el rooftop.
Otra terraza que no hay que coloniza los cielos de esta gran arteria madrileña es 'Le Tavernier', del hotel INNSiDE by Meliá Madrid Gran Vía. Situada a la altura del número 34, el acceso se encuentra en la calle Mesonero Romanos, justo entre los edificios de Zara y Primark. Una vez allí, en el ascensor, sólo hay que pulsar el botón del piso octavo para sumergirte en una cantina marinera con alma gallego, "un oasis urbano de 500 metros cuadrados con todo el frescor de la marina coruñesa". Y con DJ incluido.
Su artífice Antón Sáez describe 'Le Tavernier' como una terraza un poco "canalla", que recoge en su oferta de destilados y combinados la cultura tabernera que un marinero llamado Breixo trae consigo tras navegar durante décadas, de puerto en puerto. "Aquí todo gira en torno a la cultura del barman", asegura este coruñés, que destaca entre sus cócteles más exitosos el Gallegroni -con ginebra y vermú gallegos-, el Ron Pornstar Martini, hecho con ron, fruta de la pasión, sirope de vainilla, zumo de lima y su chupito de cava; o el Sky Blue Martini, elaborado con vainilla vodka, clara de huevo, zumo de limón, sirope de piña y blue curaçao. "Es la perfecta fusión entre el mar gallego y el cielo de Madrid", asegura Antón, que durante 11 años gestionó el restaurnate 'Abica' en la Marina de A Coruña.
El tardeo madrileño en esta azotea se completa con una oferta gastronómica desenfadada y pensada para compartir. "No es una cocina cien por cien gallega, pero sí tenemos muchos guiños a mi tierra", comenta Antón. De ahí que los calamares que presentan en un pan de cristal con mahonesa de ajo negro estén traídos directamente de la ría; que el carpaccio de ternera sea de vaca gallega o que la tortilla que presentan tenga la receta secreta de la de Betanzos. También triunfan las croquetas de cigala, la foccacia de sardina ahumada con queso San Simón y mermelada de tomates o los nachos con zorza y crema de pimientos del padrón.
Otra joya para vivir el tardeo madrileño es la que se encuentra en el mítico hotel Vincci Capitol, en el edificio Carrión de Callao. Es fácil encontrarlo, sólo tienes que buscar el famoso letrero de Schweppes y subir a su séptima planta. Una vez allí, tendrás unas fantásticas vistas sobre el Madrid de los Austrias. Fíjate bien, porque podrás ver a lo lejos los tejados de la Latina, la cúpula de la Real Basílica de San Francisco el Grande, los chapiteles de pizarra de la Plaza Mayor, un pedacito de Teatro Real de la Ópera y hasta del Palacio Real, con el manto verde de la Casa de Campo como telón de fondo.
El espacio de esta terraza es divertido, acogedor y de lo más colorido. Varias chimeneas evocan los distintos tonos del atardecer madrileño con sus brillantes amarillos, rojos y naranjas, idea de la arquitecta e interiorista Teresa Sapey. Las hileras de bombillas comienzan a encenderse cuando avanza la tarde, se iluminan los carteles, y la gente se acomoda en las mesas altas para contemplar un bonito atardecer castizo.
La coctelería es su gran éxito. Maxi Mujica y Alexandra Mouriño son los barmans encargados de que el cliente conozca su vibrante oferta más allá de los populares mojitos y los gin tonics. Ellos apuestan fuerte este verano por la coctelería tiki, con una carta de bebidas al estilo polinesio donde priman los cítricos, la fruta fresca y las especias para acompañar los destilados. Tragos folclóricos, exóticos y coloridos con nombres inspirados en película como Piratas del Caribe -el gran éxito-, "un cóctel al estilo Mai Tai de Nueva Orleans, combinado con puré de maracuyá y vermut rubino reserva"; o el Mariachi, "que va entre especiado, dulzón y cítrico. Un mezclal de oaxaca -'Dos hombres'-, combinado con puré de mango, lima, sirope de agabe y galapeños, y sal de gusano", detalla Maxi.
Otros cócteles que destacan son el Capitán América, con whisky Scotch, apricot brandy, sirope de orgeat, limón, naranja y angostura-; el Joker, con vodka, albahaca, tabasco, sirope, fresas y sandía; o el Laberinto del Fauno, con tequila, piña, lima, coco, sirope de orgeat, jalapeños, sal y tajín. A todos ellos se suma el Yayo, ese tradicional vermut que se tomaban los abuelos en la taberna mezclado con ginebra.
Para comer, todo para compartir. Platos sencillos pero con un pequeño giro que les da personalidad y donde la vajilla tiene un toque de lo más retro: desde un trío de hummus -clásico, de remolacha y de pimientos de piquillo-; a una ensalada de burrata con espinacas, fresas y pipas de calabaza. El tartar de atún rojo lo sirven con wakame, soja, soriyuko y sésamo mientras la ensaladilla rusa va con pepinillo y parpusa de ventresca de atún. El toque dulce lo ponen pequeños postres caseros en tarro como el yogur griego que presentan para que el cliente se sirva el acompañamiento a su gusto; o el tiramisú con bizcochos de soletilla caseros y café recién servido.
Es una de las azoteas con aires más juveniles de la Gran Vía. El 'Room Mate Macarena', de Kike Sarasola, guarda en su novena planta un pequeño oasis con cocktail bar, piscina, zona de hamacas y mesas altas donde dar esquinazo al estrés. Por el día, puedes darte un chapuzón en su piscina abierta al cielo (de 11 a 18:00 h), para después continuar tu relax con una piña colada, un bloody mary o un cosmopolitan, viendo cómo las luces de Madrid se encienden poco a poco.
Con una decoración de inspiración arabesca, la forma de esta terraza es semicircular, lo que te permite cambiar de vistas según caminas por ella. Llama mucho la atención el edificio del número 48 de la Gran Vía, un bloque de viviendas diseñado por Rafael de la Hoz cuyas formas geométricas y cubos lo convierten en todo un "forastero" entre los edificios más clásicos de la Gran Vía. Imposible no fijarse en él.
Ofrecen una carta de destilados bastante amplia, con grandes referencias de vinos, cavas y champagnes. Puedes pedir desde una copa de albariño de Pazo de San Mauro a un Ribera del Duero de Conde de San Cristóbal; o si tienes el capricho, una botella de Juvé Camps Rose o una de Möet & Chandom Brut Imperial. Aunque no todo aquí es alcohol. También sirven ricos smoothies -como el de plátano, mango, açai y arándanos- y diversos tipos de café que harán la delicia de los adictos a la cafeína. Y para picar, puedes pedir desde unas croquetas de espinacas y piñones, a unos tacos cochinita pibil o una pizza de cuatro quesos. ¡Lo que se te antoje!
Son muy pocos los transeúntes que pasean entre los teatros de la Gran Vía, los que se imaginan que en el número 53, se encuentra la piscina más grande construida en una azotea de Madrid. Para encontrarla, hay que subir al piso número 10 del hotel Emperador, un alojamiento mítico construido en 1947 y cuyas habitaciones han hospedado a celebridades como Ava Gadner y Gary Cooper o el escritor Ernest Hemingway. Las medidas de la piscina -10 metros de ancho, por 15 de largo y casi 3 de profundidad- sorprenden al visitante, pero no tanto por su tamaño, sino por el lugar en el que se encuentra, casi acariciando el cielo de Madrid. Y con cascada incluida.
Por el día, todo gira en torno a la piscina, protagonista de un Beach Club de lo más apetecible cuando suben las temperaturas en Madrid. No es necesario estar alojado en el hotel para subir y darte un chapuzón. Eso sí, hay que comprar entrada.
Por la noche, el ambiente se transforma. La azotea pasa a ser una terraza de acceso libre -a partir de las 19:30h- donde tomar un cóctel en sus diferentes ambientes, incluso es las propias hamacas. Todo en más de 1.200 metros cuadrados que se asoman al cielo de la Gran Vía. Porque sus vistas sobre Madrid son otro de sus grandes atractivos. Puedes lanzarte a la piscina, y sin salir de agua, observar la majestuosidad del Palacio Real a un lado; los edificios de la Plaza España al otro; o la inmensidad de la Casa de Campo. Para vivir un momento mágico, lo mejor es acudir al atardecer.
No podía faltar en este listado de terrazas que surcan los cielos madrileños la del Hotel Riu Plaza España. Es una de las que más instagrameable y llama la atención por ser una de las más altas de Madrid, con sus más de 100 metros -está en el piso 27- y sus vistas de 360º, que son un auténtico escándalo. Cuidado con el vértigo, puede que no sepas que lo sufres hasta que cruzas la pasarela acristalada del sky bar que deja, literalmente, Madrid a tus pies. Para los seriéfilos, esta azotea aparece en la cuarta temporada de Élite, de Netflix.
Prepara tu cámara y no tengas prisa. Descubre ante tí el Templo de Debod, la extensa Casa de Campo, con su lago y la silueta de la montaña rusa y la lanzadera del Parque de Atracciones; el majestuoso Palacio Real y la Catedral de la Almudena, rodeados de los concurridos jardines del Campo del Moro y Sabatini y el vecino Teatro Real de la Ópera. Al día suben a esta terraza 1.500 personas. Siempre hay cola en la puerta. Y un dato: su gin-tonic es uno de los más caros de la Gran Vía (entre 21 y 26 euros, según la marca de la ginebra).
Esta azotea no se ubica en la propia Gran Vía, pero sus privilegiadas vistas en primer plano sobre el Edificio Metrópolis y su majestuosa cúpula adornada, nos permite colarla en este ranking. Construida a 56 metros de altura, si te asomas hacia la Gran Vía, podrás ver también edificios emblemáticos como el de Telefónica. Al otro lado, el Palacio de Cibeles, Torrespaña y los tejados del Banco de España. También se contempla el edificio del Instituto Cervantes, con sus columnas jónicas y sus cariátides; o al norte, la silueta de Torre Picasso, las oficinas del BBVA o las torres inclinadas de Puerta Europa. En los días claros, hasta se vislumbra la Sierra de Guadarrama, al norte; y el Cerro de los Ángeles, al sur.
Unas vistas custodiadas en todo momento por Minerva, la imponente diosa romana de la sabiduría y el arte que se reproduce en una colosal escultura de bronce diseñada por Juan Luis Vassallo que preside la azotea. Puedes subir a tomar una copa, tumbarte en una de sus camas balinesas, o reservar para cenar mientras contemplas los colores de atardecer sobre Madrid.