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"A falta de pan, buenas son tortas"; "Contigo, pan y cebolla"; "A buen hambre, no hay pan duro"… Una ojeada al refranero patrio da una idea de que el pan es un ingrediente básico no solo en nuestra cultura. Este sencillo manjar es el acompañante culinario por excelencia en otros lugares allende nuestras fronteras. En cada uno, a su manera. Recorremos algunas variantes sin salir de Madrid.
Junto a la plaza de Lavapiés, está esta pastelería árabe cuya estrella son unos tiernos y jugosísimos dulces sirios y marroquíes (de hojaldre o sémola, con pistachos, almendras, miel…). Eso sí, junto al dulce, siempre hay un sitio reservado al pan.
"En el mundo árabe se come siempre pan. Es un producto básico y un símbolo muy fuerte para nuestra cultura. Se suele hacer en casa, así que, si entras a una casa árabe y no huele a pan recién hecho es como si no tuviera vida", nos cuenta Mustafá, quien realiza los panes artesanos de la tienda.
Los que él elabora son los típicos del norte de África. Por un lado, el esponjoso batbut, que se hace a la plancha y es ideal para rellenarlo de lo que se te antoje, y por otro, el pan de la casa, realizado en horno, más contundente y usado normalmente para acompañar los tajines y otros guisos.
"Ambos están hechos con harina de trigo, son frescos y 100 % naturales", recalca. En Salamat venden, asimismo, pan de pita, tradicional de Oriente Medio. También está hecho de trigo y, al ser más fino, es muy versátil, ya que se puede abrir o doblar y poner dentro lo que te apetezca.
Aunque a muchos no les suene, el nombre de este local da ya una buena pista de por dónde va la cosa. "Se llama casabe a un pan indígena a base de yuca, que se originó en Venezuela", comenta su dueño, Jorge Fernández, natural de Caracas.
En efecto, la cosa va de panes venezolanos. Pero no solo se hace pan. "Cuando abrí hace unos meses, quería dar a conocer esta parte de la gastronomía de mi país, aunque fuimos ampliando producto hasta ser una panadería internacional", apunta.
En su obrador, él mismo amasa y hornea panes y dulces artesanos originarios de distintas partes del mundo: pumpernickel alemán, focaccia italiana, scones británicos, cozonac rumano, etc.
Propios de Venezuela elabora los famosos cachitos y golfeados, tunjitas, el relleno pan de jamón, pan andino… "Todo son fórmulas propias, desarrolladas y adaptadas aquí, para las que he hecho muchas pruebas de ingredientes con el fin de lograr los sabores auténticos de cada uno", añade.
Por cierto, a pesar de que las especialidades venezolanas se hacen oficialmente solo de jueves (por la tarde) a sábado, pueden pedirse por encargo cualquier día de la semana.
Este obrador es uno de lo más longevos de Madrid y, además, el único que hornea a diario pan 'kosher' (en la sucursal de Bravo Murillo), término anglosajón usado para denominar los alimentos aptos para los judíos practicantes.
"No se les llama así por ser panes o productos propios, sino por estar supervisados, en este caso, por el rabinato de Madrid", explica Carmen Fernández, encargada de 'Orio'.
"Un representante del rabino, o él mismo, viene aquí cada mañana para controlar las materias primas y el horno, que debe ser específico para evitar la contaminación cruzada, ya que también hacemos bollería que no es kosher".
Aparte de las variedades habituales de pan (chapata, pan candeal, de espelta, de chía, etc.), los viernes hacen jalá, un pan que sí es de origen judío. Con ajonjolí y un punto dulce, es algo más caro por los ingredientes y por necesitar más tiempo de amasado para darle su particular forma trenzada. "Es el típico del sabbat (sábado) y, aunque se pueden comer otros tipos, suele ser este, dado que es un pan especial para un día festivo", matiza el rabino de Madrid, Moisés Bendahan.