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Días más cortos, anocheceres tempranos, bajada de las temperaturas, niebla, el espíritu navideño se va desperezando... ¡Se conjugan los mejores ingredientes para buscar algo dulce para animar al espíritu! Bueno, eso es solo una excusa: siempre es buen momento para algún capricho azucarado, pero con el otoño y el invierno a pleno rendimiento no hay excusas para sentarse en una chocolatería, regalarse una tarta para desayunar, concluir una comida con un crepe o hacer tiempo con un batido.
Valladolid, bien conocedora del frío, ofrece múltiples opciones para regocijo de los golosos. Estas son solo algunas de ellas, tanto para pucelanos como para forasteros, con el propósito de llegar a la Navidad con el mejor de los ánimos y la barriga llena.
Chocolate con churros. Terraza o interior. Centro de la ciudad. ¿Qué más quieres? La chocolatería 'El Castillo' (Solete Guía Repsol) lleva desde 1969 despertando sonrisas y berretes en Valladolid con una receta infalible: chocolate a la taza y churros recién hechos. Simple. El cliente ve las enormes roscas friéndose y cómo la masa pasa de blanca a dorada con solo unos minutos en el aceite ardiendo. Después, tijeras metálicas, azúcar espolvoreado y a gozar.
No hay más trucos en este entretenimiento amado por los vallisoletanos, con habituales colas para degustarlos y constante atención por si queda una mesa libre. La clientela de 'El Castillo' permite comprobar el enorme éxito intergeneracional, con mucho pasado y mucho futuro por delante: hay bebés o niños pequeños entusiasmados, royendo los churros y manchándose los morros; grupitos de adolescentes documentando en redes sociales su merienda de viernes; parejas de treintañeros incapaces de escapar de la tentación; familias completas con los padres y madres compartiendo con sus hijos y jubiladas o señoras y señores mayores aposentados, charlando de la vida y dándose un gusto.
Este lugar típico de Valladolid ofrece también churros para llevar, comodín para el paladar y para calentar la mano en invierno. Un vaso con chocolate y tres, cuatro, cinco o seis churros (o una docena para compartir, por qué no) a precios razonables para un caprichito antes de dirigirse a ver las luces de Navidad, acercarse a la Plaza Mayor, curiosear por las tiendas para cumplimentar con los regalos o, simplemente, sentarse en un banco y catarlos. Su sabor, textura y crujidos los hacen inolvidables… hasta regresar dentro de unos días al castillo de los churros.
EL CASTILLO - Calle Montero Calvo, 1. Tel: 983 30 88 41.
'El Paquidermo' se ha hecho con un nombre propio en el sector del dulce vallisoletano. Tanto dentro como fuera del local, la peregrinación hacia el establecimiento implica grandes experiencias culinarias en un lugar coqueto, bien decorado, con muchos elefantes en honor a su nombre, una pequeña librería al fondo para intercambiar libros… y muchos dulces. En particular, tartas. Las hay de queso, de queso con chocolate, de zanahoria, de cerveza Guinness, de manzana, de almendras, capuchino... ¡Por solo citar algunas! Todas caseras. También admiten encargos, por si os apetece algo distinto. Además de esas tartas hay rollos de canela o chocolate, brownies o bizcochos. Un abanico para poner en aprietos a los golosos. Siempre queda la opción de volver más días e irse nutriendo de la carta.
La carta incluye toda clase de bebidas para acompañar al dulce. Cafés especiales, tés de todo tipo preparados con mimos o zumos naturales convierten a 'El Paquidermo' en una opción muy cotizada para desayunar entre semana. También presenta brunchs con huevos benedictinos, salmón o aguacate. La tortilla de patata tiene fieles consumidores prácticamente diarios.
Dos personas que acaban de salir del reconocimiento médico de la empresa tienen claro su elección por un café y pincho para recuperar energías. Los trabajadores del bar insisten en que, más allá de esos respetados dulces y tartas, hay muchas posibilidades saladas a tener en cuenta. Eso ya queda a elección del comensal. Desde aquí, totalmente recomendado combinar ambos en cualquier momento del día, pues también tienen amplia variedad de cervezas.
EL PAQUIDERMO - Calle Monasterio de Santo Domingo de Silos, 13. Tel: 659 48 61 85.
Hay de aguacate, brownie, café expreso de Guatemala, dulce de leche, espinacas, frambuesas, grosellas, higos, Irish, jazmín, kiwi, lavanda, melocotón, nuez de cola, oreo, palomitas, queso azul, rosas, selva negra, turrón supremo, uvas, vainilla, wasabi, yuzu o zanahoria. Y muchos, muchos, muchos más. Los batidos de 'La Passion' presentan una principal complicación: cuál de todos elegir. La inmensa carta de batidos exige unos minutillos de reflexión antes de atacar, aunque también hay tés, smoothies, muchas cervezas, cócteles o cafés especiales. Ni los golosos ni los demás mortales van a pasar sed. Todas las consumiciones se preparan allí mismo, enfrente del cliente, y son de un tamaño más que considerable: animamos a ir con hambre o con ganas porque en caso contrario igual sois derrotados.
Un elemento indispensable de este céntrico bar vallisoletano, al lado de la preciosa facultad de Derecho, de la catedral y de la plaza de la Universidad, es su decoración. Imposible resumir cuántos adornos extravagantes hay, dándole color y ambientación a la experiencia del batido. Quizá haya más cosas raras en las paredes que el número de batidos a tu alcance: unas 150 posibilidades.
Siempre es entretenido jugar a encontrar el cachivache o cuadro más llamativos: hay motivos de Star Wars, de Lady Di, esculturas de fieras, motivos hindúes, mucha iconografía de películas de culto o de personajes históricos, plantas, máscaras, aparatos digestivos abiertos, papá Noel, farolillos chinos, cráneo bisonte, cuadros de dinosaurios, Alicia en el país de las maravillas... Aunque no siempre hay tiempo de fijarse en el ornamento: muchas parejitas eligen 'La Passion' para citas románticas donde nada importa más que la compañía y, quizá, el batido.
LA PASSION - Calle Ruiz Hernández, 8.
Mencionar la confitería 'Maro Vallés' en Valladolid significa directamente ganarse el respeto de los paladares más finos. Esa es la pastelería para las grandes ocasiones: cumpleaños, festejos, regalos, navidades... o para convertir cualquier día en una fecha especial. ¿Cómo? Fácil. El gran baluarte de este templo del dulce son los bombones, sus infalibles cremas de vainilla, armagnac, toffe, café irlandés, trufa a la naranja, turrón y frambuesa.
Esas cajas se despachan por doquier, envueltas las delicias en sus característicos envoltorios con un color acorde al sabor. También hay tartas de todo estilo y condición, desde tres gustos al queso, milhojas o de San Marcos o la tarta Ceylan, sin azúcar, para abrir posibilidades a quienes no pueden tomar ese edulcorante. Cómo no, pasteles individuales, pastas de té, canapés o lenguas de gato -riquísimas-, siempre agradecidas por el público infantil.
'Maro Vallés' cuenta con cuatro tiendas en Valladolid y otra, también obrador, en el cercano Zaratán. En dos de ellas, en Parquesol y la de la calle de Mantería, permiten tomar un café o darse un capricho tranquilamente sentados o formar un coloquio sobre cualquier tema, por ejemplo, cuál es el mejor producto de esta pastelería. Como alternativa, los estuches navideños, un regalo ideal con el que siempre se acierta: hay de todo, con artículos de máxima calidad y las especialidades de la casa. Muchas opciones para alegrarse: que cada cliente elija cómo gozar de estas maravillas.
MARO VALLÉS - Calle Mantería, 11. Tel: 983 20 10 74.
Crecen las franquicias en la ciudad y especialmente en la Plaza Mayor, con logotipos y productos fácilmente accesibles en cualquier rincón del mundo. Pero aún hay esperanza, precisamente en una de las esquinas, a la derecha mirando desde la puerta del ayuntamiento: la crepetería 'La Petite'. ¿Qué venden? Crepes. Además, disponen de una terraza privilegiada para degustar ese postre recién elaborado, pues desde esas sillas se puede contemplar esta plaza renacentista con su imponente consistorio, sus característicos portales, al conde Ansúrez desde su pedestal merecido como fundador de la ciudad y a los vallisoletanos en su trajín. En Navidad, el mercado navideño y el parquecito preparado para los niños le dan más gracia si cabe al emplazamiento.
Volvamos a lo gastronómico. Los crepes se han convertido en la estrella de la carta, pero también sirven gofres y batidos y helados para que nadie se quede sin saciar el apetito goloso. La suave masa, elaborada al instante, se acompaña de aquello que quiera el comensal, desde frutas hasta los clásicos chocolate o chocolate blanco.
Una alternativa son los pasteles, estupendos también y cotizados en Valladolid, con clientela tanto local como forastera en esa terraza tan bien colocada. La crepería abre en todo momento y permite darse el lujo a cualquier hora, incluso combinándolo con un desayuno para iniciar la jornada con energía y el paladar contento. Nunca falla para descansar y reponer fuerzas después de un buen paseo por la ciudad.
LA PETITE VALLADOLID - Plaza Mayor, 16. Tel: 983 51 78 38.
Este delicioso quinteto es solo una pequeña muestra de las alternativas golosas en Valladolid. Todo depende de la apetencia y del día. Los caprichos no tienen base científica. Por eso añadimos alguna opción más de propina y de estilos distintos.
MASAI CAFÉ Y COPAS: batidos para acaramelarse con la mejor compañía en este Solete Guía Repsol. Calle Mariano de los Cobos, 1.
MARIBÁRBOLA RESTAURANTE: cocina casera y tartas de queso y torrijas para desmayarse. Calle Juan de Juni, 2-4.
AKELARRE LIBRERÍA CAFÉ: páginas, papel, café y bizcochos y dulces. ¿Qué más necesitas? Calle Juan Mambrilla, 19.
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