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El reparto a domicilio venía experimentando un crecimiento notable en España en los últimos tiempos, pero su expansión se circunscribía prácticamente al sector de la comida rápida, donde ya acaparó el 16 % de las ventas en 2019, nada menos que 660 millones de euros. Eso indica que ya estábamos familiarizados con la mecánica de llamar por teléfono, hacer el correspondiente pedido, esperar pacientemente y abrir la puerta al repartidor de turno, pero hasta ahora llamábamos en la mayoría de los casos a hamburgueserías, pizzerías y bocaterías. Lo que había. La novedad que ha traído el dichoso covid-19 es que dicho servicio ha llegado a otro tipo de restaurantes, como han podido comprobar los riojanos.
Pero el servicio para llevar no lo ha hecho por la vía de la vocación o de un flechazo de nuestros cocineros con el universo del packaging, que hoy se ofrece funcional, ecológico y trendy para los más curiosos; no, la tendencia se ha colado a la fuerza por la autopista de la pandemia y las cambiantes restricciones del vigente estado de alarma. Encerrado en casa a verlas venir, los gastos son muchos, los ingresos cero y así la ecuación no sale. Basta escuchar a José Luis Vicente, alias Txebiko, propietario de dos restaurantes en la emblemática calle Laurel ('Cachetero' [Recomendado por Guía Repsol] y 'La Brasa de la Laurel'), para conocer el sentir del colectivo. Era tal su hartazgo, tumbado en el sofá mientras las facturas se acumulaban, que se ha puesto la bacía en la cabeza y se ha embarcado en la aventura del reparto a domicilio y del take away, por primera vez en los más de 100 años del 'Cachetero', sin saber aún si lo que hay enfrente son molinos o son gigantes.
"En cuanto la ley permitió el delivery como única opción, me agarré a ella por ganas de trabajar, pasión por nuestra profesión y querer luchar como sea para intentar salvar un modelo de negocio que nos daba de comer a 12 familias. Estar en casa encerrado, recibiendo noticias preocupantes, viendo cómo tu negocio se hunde más cada día que pasa, que tus sueños se desmoronan, que todo ese esfuerzo y sacrificio diario durante años no son suficientes, ver cómo se derrumba tu vida... Solo te queda una, y es luchar haciendo lo que sabes", sentencia Vicente.
Y lo que mejor sabe hacer es cocinar. En su caso, exponente de la cocina clásica riojana, ha cambiado la porcelana del restaurante por plástico, cartón y aluminio, pero el fin continúa siendo "la satisfacción de los clientes". Ésta se consigue con pochas con calamares (12 euros), tournedó de ciervo (15 €), bacalao con fritada en papillote (17 €), pudin de manzana con crema inglesa (5 €); combos que perpetúan el picoteo y el hábito de compartir; y pimpantes txebi-bokatas de rabo con hongos, chuletón con pimiento najerano, solomillo de ciervo y beicon… Bocados sabrosos y contundentes para afrontar una crisis de un modo "muy donquijotesco".
De lunes a jueves puedes armarte un menú a tu gusto por 25 euros, y el envío a domicilio suma 5 euros a la cuenta total. Se encargan de todo dos personas y en ocasiones es el propio José Luis quien lleva la comida a la casa del cliente. Se acepta pago con tarjeta, transferencia, Bizum o efectivo.
Otro valedor de la cocina tradicional es Ramón Piñeiro, propietario y cocinero de 'La Parrilla Riojana' y de 'La Cocina de Ramón' (1 Sol Guía Repsol). Con este último, guiado por el lema "lo único imposible es aquello que no intentas", se ha lanzado él solo ("ahora es la cocina de Ramón más que nunca", bromea) a envasar el contenido de sus pucheros en envases "de marca blanca, neutro, normal" y una bolsa de rafia, "que es lo más cómodo".
Te relames solo con ver su carta a domicilio, a punto de incorporar jarrete de ternera para dos y canelones de rabo con trufa: menestra de verduras del Mercado de San Blas ("plato insignia"); gyozas de cordero en su jugo, puré parmentier y filamentos de guindilla; bacalao ajoarriero con huevo escalfado y patatas en su jugo, patitas de cordero guisadas con alegría y patatas fritas, tarta de queso… "Hago mi cocina, mis clientes me identifican y piden. No he tenido que hacer como otros restaurantes que han empezado a vender hamburguesas que no tienen nada que ver con su cocina, porque yo tengo la suerte de haber hecho una cocina tradicional, algo más elaborada en algunas cosas, pero muy de producto de temporada, mucho guisito, platos de cuchara, de chup-chup, que digo yo", se congratula Piñeiro.
'La Cocina de Ramón' está operativa de lunes a domingo y la fórmula consiste en armar por 25 euros un menú (primero, segundo, postre y pan) escogiendo entre la veintena de propuestas. Algunas, como el rodaballo salvaje, exigen un suplemento, el envío a domicilio con sus propios medios cuesta 7 euros, y Ramón considera que el delivery "ha venido para quedarse". "A mi cliente, de entre 40 y 60 años, quizá le va a dar un poco más de pudor salir a cenar por ahí, viernes, sábados, calle Laurel, codo con codo en barra…", razona. Y para contentarle en casa está dispuesto a echar el resto en el fuera de carta, a prepararle mismamente un arroz con bogavante si quiere darse el capricho. Eso sí, con arroz vaporizado, para que no se pase durante el tiempo y trayecto de traslado.
Una comida original y precios competitivos convirtieron en local de moda a 'La Arrancadilla' antes de la pandemia. Entonces era difícil conseguir mesa para disfrutar tentaciones como su costilla deshuesada con crujiente de careta y hongos salteados, o el tuétano asado con tacos de carrillera, y ahora Sergio Jimeno, exchef a domicilio, vuelca esa audacia en una propuesta reducida que se reparte en pizzas, picoteo (nachos, bravas, alitas, burrata) y bocadillos de lo más atrayentes. Los hay de costilla y de manitas deshuesadas, de rabo de vaca con chutney de orejones y de chipirones en su tinta con alioli de ajonegro, y lo suyo es rematar la faena en casa, con tres minutos de horno a 200 grados.
"Nuestra carta actual es una renovación de la anterior pero adaptada al delivery. Para no perder la esencia de 'La Arrancadilla', donde nos gustaba mucho terminar los platos a la vista del cliente y éste participaba continuamente, damos la opción de darle el último toque al pedido en casa, ayudándose de una nota informativa que facilitamos. De ahí el hashtag #LaArrancadillaEnCasa", explica Jimeno, quien dice mantener en esta nueva etapa "la pasión por la cocina" y el ánimo de "hacer cosas divertidas y un poco diferentes saltándonos un poco las reglas de todo". 'La Arrancadilla' ofrece su nueva carta de jueves a domingo, para llevar y a domicilio, esta última a través de la aplicación de Glovo.
También venía luciendo la vitola de "actual" la propuesta de 'Umm' , que en puertas de la incierta nueva normalidad se concreta en sepietas con alioli suave de ajo asado y pesto (14 euros); arroz cremoso de setas y alcachofas (15 €); canelones de ropa vieja con salsa de boletus (14 €); tartar de atún con aguacate, wakame y lima (17 €); carabineros, huevos fritos y salsa de cangrejos (19 €)… "La idea son platos de bastante nivel y 'entrepanes' con una oferta más orientada a darte el capricho que a cubrir la necesidad imperiosa de comer. Es una selección de productos que hemos comprobado que son perfectos para que lleguen a tu casa en las mismas condiciones que te los encontrarías en 'Umm' al sentarte en la mesa. No quiero que te encuentres un churro, como suele suceder", remarca Álex García, propietario y cocinero.
Él ya practicaba el take away, pero contempla con cierto reparo el reparto a domicilio. "Dicen que esto va a ser el futuro, que se irá menos a los restaurantes, por lo menos por un tiempo, pero yo espero que no sea así, porque me gusta el contacto con la gente, salir a hablar con los clientes, saber qué les ha parecido la comida y demás. No es lo mismo. Para mí las redes son más frías, aunque tendremos que adaptarnos a lo que venga", se resigna el emprendedor. 'Umm' ofrece su nuevo servicio de lunes a domingo, acepta pago con tarjeta, Bizum o efectivo, distribuye "de forma sostenible con patinete eléctrico", y hace un descuento del 10 % a los que vayan a recoger el pedido por su cuenta.
Lo más destacado de la nueva oferta de platos para llevar y a domicilio en Logroño se completa con 'Tizona' un bar de barrio, de los de toda la vida, bien conocido por la calidad de su premiada tortilla de patata. Aunque sus sartenes y fogones también preparan con tino hamburguesas, bacalao rebozado (13 euros), orejas de cerdo rebozadas (6 €), lacón a la gallega (8,50 €), pulpo a feira (16 €), huevos rotos… "Ofrecemos nuestra cocina caserita de antes, de toda la vida, tradicional riojana, llevada a los domicilios de la gente. Estamos vendiendo muchísimas carrilleras de cerdo, caracoles, patitas de corderito lechal, callos… Estamos vendiendo casi más raciones que antes, no lo esperábamos y es una gozada", revela exultante Carlos Olabuenaga, encargado de llevar a destino cuanto cocina su esposa, Ana Rosa Lasheras.
La nueva versión del 'Tizona' solo descansa el domingo por la tarde, el pedido mínimo es de 15 euros y el transporte gratuito a domicilio (que abarca Logroño, Villamediana de Iregua y Lardero) lo realiza el propio Carlos con su coche particular, una vez vencido el miedo inicial al contagio. "Voy a correr menos riesgo que cualquier persona que va al supermercado a hacer la compra y no va a cumplir las normas que voy a cumplir yo, con los geles, la mascarilla, los guantes, la limpieza constante de manos y del datáfono GPRS…", resume. Aunque señala ese mismo temor como gran amenaza para la hotelería tal y como la disfrutábamos hasta hace nada.
"A ver qué sucede dentro de dos meses, porque más que contra el virus, la hostelería vamos a luchar contra el miedo, que para mí es más peligroso todavía. Creo que a mucha gente le va a costar mucho tiempo volver a meterse en el interior de los locales, de los bares y de los restaurantes, a consumir, sobre todo la gente de más edad", vaticina observando el nicho de mercado. En su bar-restaurante puede atender a 65 personas "cómodamente sentadas", pero ahora fantasea con llegar a satisfacer a buena parte de los 151.000 habitantes de la ciudad.
Hasta aquí lo más destacado del lugar, a la espera de que 'Tondeluna' (Recomendado Guía Repsol), la pica de Francis Paniego en Logroño, retome su habitual servicio de sala y take away; y con el consuelo de la reapertura de 'dellaSera', la heladería de Fernando Sáenz, el prodigioso chef del frío, que presenta novedades a base de 'leche' de garbanzo.
Poco más a la vista, y aún menos fuera de la capital, donde apenas se percibe la propuesta para llevar de 'Amelibia', ya en Rioja Alavesa, en Laguardia, a apenas 18 kilómetros. Y a solo 7 de la "frontera" que dibuja el río Ebro. Quien pase por el restaurante podrá recoger personalmente, a precio estupendo, varias delicias preparadas por Patxi Amelibia: tarrina de foie y liebre escabechada (8 euros), hongos guisados (5 €), patitas de cochinillo en salsa de pimientos choriceros (6 €), callos y morros en la misma salsa (8 €), paletilla de cordero lechal asado (18 €)…
"Desde hace mucho tiempo teníamos planteado ofrecer comida para llevar, una opción pensando en la gente de la zona, para un día especial, pero también en los turistas que llegaban y se hospedaban en casas rurales, agroturismos, apartamentos rurales, etcétera. Cuando llegó esta crisis y vimos que iba para largo, entendimos que era el momento para comenzar con el proyecto y nos pusimos a ello sabiendo que no solo es una opción para ahora que tenemos el restaurante cerrado, sino también para cuando podamos abrir. Nuestro negocio depende en gran medida del turismo y la normalidad parece que va a tardar en llegar", pronostica Alejandra Álvarez, copropietaria y jefa de sala de 'Amelibia'.
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