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Estamos acostumbrados a verle enmarcado en los límites de un televisor, frunciendo con ganas el ceño que encuadra sus ojos azules y soltando algún alarido, aderezado con una palabrota, que suele terminar en abrazos y lágrimas de celebración.
Nos acercamos al cocinero Alberto Chicote con recelo, pensando que transformaría la conversación en una "pesadilla" periodística (no en la cocina), o que nos mandaría a dejar los cuchillos al mejor estilo de Top Chef. Pero nos encontramos con un muy buen orador, un hombre cercano que mira con astucia y a quien le encanta repetir los adverbios de cantidad cuando algo le fascina.
"Esto es una taberna tan tan madrileña", dice, refiriéndose a su más reciente proyecto, 'Puertasol', en la quinta planta de El Corte Inglés de la madrileña Puerta del Sol, donde la barra es de zinc, la carta son tapas y raciones y los platos se han recuperado de documentos, recetarios y tratados centenarios de la ciudad. Esta última apuesta se suma a sus dos exitosos 'Yakitoro' de la ciudad, uno en la calle Reina y otro en Paseo de la Castellana.
"Casi siempre voy ahí", asegura, no solo porque su relación con el cocinero Sacha Hormaechea es casi fraternal, sino porque "se come tan tan bien, es tan divertido, tan honesto y tan amable que hay veces que no voy porque sé que tengo que visitar a otros amigos". Chicote, es cierto, adora a Sacha y el tratamiento que da a los productos, porque allí las cosas saben a lo que tienen que saber.
Su nexo con la cocina asiática es indiscutible (bástenos con saber que empezó en 'Nodo' y que 'Yakitoro' se inspira en los yakitori, las brochetas japonesas tradicionales), por lo que, cuando busca platos nipones escoge '99 Sushi Bar' porque le gusta "mucho, mucho, mucho" y 'Kabuki', porque aplaude el trabajo de Ricardo Sanz. Ambos, indiscutibles templos del producto.
Mientras duran los rodajes, sobre todo los de Pesadilla en la cocina que suelen obligarle a estar una semana en el mismo lugar, come con el equipo. Hace algunos días visitó este lugar "de comida humilde a un precio razonable", comenta. Destaca su menú de mediodía elaborado, cuenta, "con mucho cariño".
Chicote es un gran defensor de la cocina tradicional española, así que en 'Cañadío' se siente muy cómodo. Ya os lo habíamos advertido antes, que su delirio son las croquetas "las de chorizo me parecen de volverse loco. Y las rabas también". Allí cocina Jesús [Alonso] "que lo hace muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy bien" (juramos que repitió la palabra todas esas veces).
A pesar de no soportar los huevos, ni de ser capaz de tomar una tortilla francesa, es un apasionado de la de patatas "con cebolla –enfáticamente– porque soy concebollista". La del bar 'Sagartoki', de Senén González, es su favorita.